El sujeto sigue ahí. Los relatos de las declaraciones judiciales como indicios de los militantes de organizaciones político-militares de México en los años setenta.

Abstract

Este artículo analiza las declaraciones judiciales de militantes de dos organizaciones político-militares elaboradas ante agentes de la institución de seguridad e inteligencia nacional en México (Dirección Federal de Seguridad, DFS) durante los años setenta. El análisis sostiene que las condiciones de producción de estos documentos dentro de la DFS, así como su carácter dialógico y desigual, habilitaron relatos acerca de la vida de los detenidos con resquicios para comprender aspectos delimitados de cómo se formaron los sujetos militantes, por ejemplo, la heterogeneidad de sus orígenes sociales y los diversos espacios que señalaron para dar cuenta de su trayectoria política previa a su militancia armada, y cómo conceptualizan tanto a la organización como su militancia. Al mismo tiempo, es posible encontrar indicios de los agentes de la DFS que interrogan: sus prejuicios acerca de los militantes, los sesgos y los espacios de la vida y la militancia de los detenidos que les resultaron inaudibles. El corpus de declaraciones ante la DFS, como discurso, son una fuente rica para problematizar quiénes fueron los militantes y los agentes de la represión y ampliar la historia del pasado reciente en México.

Introducción

Durante los años setenta en México, hombres y mujeres detenidos por posibles actividades político militares en organizaciones de izquierda armada, hicieron relatos forzados de sus vidas. Estos relatos fueron integrados a las declaraciones judiciales que organizaron funcionarios de diferentes dependencias de procuración de justicia; las declaraciones fueron especialmente tomadas por agentes de la Dirección Federal de Seguridad (DFS), institución de inteligencia y seguridad nacional que durante los años setenta estuvo a cargo de la persecución, detención y aniquilamiento de las organizaciones político-militares y sus militantes. Como las vidas infames estudiadas por Michel Foucault (2006), los agentes de seguridad que registraban las vidas de los detenidos, seguían mandatos, saberes y poderes institucionales cuando interrogaban y organizaban las declaraciones. El análisis de esta sistematicidad y la lectura a contrapelo del corpus de declaraciones como un discurso (Guha 2002), permite identificar rasgos de la DFS y sus agentes. Asimismo, encontramos rastros acerca de quiénes son los sujetos que declararon, incluso si su cuerpo fue constreñido por la interpelación de una autoridad o con torturas físicas o sicológicas.

En este artículo argumento que el corpus de las declaraciones elaboradas por o con asesoría de la DFS contiene indicios de quiénes eran las mujeres y hombres que fueron obligados a narrar su vida. Parto de las reflexiones de Paul Ricoeur (2003) e investigaciones sobre relatos testimoniales de Argentina que sostienen que las narraciones de sí mismo dan cuenta del proceso de constitución del sujeto (cómo ordenan y piensan el mundo y a sí mismos) y no sólo de los eventos vividos. Así pues, preguntar quiénes eran tiene por objeto rastrear la reflexividad y los significados que dieron a sus vidas y militancias en la narración construida en situación de detención —muchas veces también de tortura—, en lugar de enlistar sus nombres y actividades político-militares.i Los constreñimientos institucionales e ideológicos de los agentes para elaborar declaraciones, señalaré, obligaban a narrar algunos aspectos biográficos o profundizar en algunos eventos; al mismo tiempo, estos mandatos impedían que los agentes interpelaran a los detenidos con igual sistematicidad, lo cual se tradujo en resquicios para que los sujetos guardaran silencio o para que los agentes no comprendieran sus narraciones. En conjunto, el estudio de las declaraciones como discurso permite ver un Estado cuyas instituciones de represión y contrainsurgencia tuvieron limitaciones para transformar toda la información que obtenían por espionaje e interrogatorios en conocimiento; sin que esto signifique que la violencia política perdiera filo.ii

Desarrollaré mi exposición en tres partes: primero abordaré cómo han sido leídas las declaraciones y el acervo de la DFS en la historiografía sobre organizaciones político-militares y de la violencia de Estado. En seguida presentaré mi análisis de un amplio número de declaraciones como discurso en el que podemos identificar algunos prejuicios y mandatos de los agentes de la DFS para esta tarea y cómo estos permitieron que quedaran rastros de los detenidos. Finalmente, me referiré con más cuidado al “Boceto de declaración”, un documento extraño dentro del corpus estudiado que me permitirá profundizar en cómo los detenidos narraban sus vidas y las condiciones de audibilidad de estos relatos ante agentes de la DFS.

Las declaraciones dentro del acervo de la Federal de Seguridad y en la historiografía sobre organizaciones político-militares y la violencia de Estado

El corpus de declaraciones que estudio pertenece al acervo de la DFS que fue transferido al Archivo General de la Nación (AGN) en 2002, como parte de las acciones del gobierno federal de transición de Vicente Fox para dar respuesta a reclamos de verdad y justicia en casos de violencia de Estado en el pasado reciente, y para distanciarse del régimen priista que gobernó México por siete décadas. Desde el anuncio de su transferencia, hubo una expectativa favorable entre investigadores, activistas y exmilitantes que atestiguaron la violencia política, organizaciones de derechos humanos y de familiares de personas desaparecidas o ejecutadas extrajudicialmente.iii Antes de la desclasificación, las historias y análisis sobre las organizaciones político-militares o “movimiento armado socialista” y la violencia política del Estado del pasado reciente se basaban en los balances de los exmilitantes, entrevistas y testimonios publicados, hemerografía y documentos de las organizaciones; pero a partir del 2002, el acervo DFS se convirtió en una de las fuentes más consultadas.iv

Historiadores como Aguayo (2001) y Condés (2007) han problematizado la calidad y confiabilidad de corpus documentales que fueron creados para tareas de represión y condicionados por la visión del Estado durante la Guerra Fría, e igualmente vinculados a las carreras profesionales y la (precaria) profesionalización de los agentes. Las advertencias de este tipo son letra corriente en las introducciones de las obras que abrevan de este acervo, pero no impiden su uso y actualmente asistimos a una multiplicación de obras y la profundización en aspectos regionales y periodos temporales de las organizaciones.v

Las declaraciones contenidas en el acervo de la DFS han tenido dos usos centrales. Primero, diferentes actores las han utilizado para dar mayor sustento a denuncias de tortura, desaparición forzada, ejecuciones extrajudiciales y encubrimiento de los agentes del Estado responsables.vi Para que las declaraciones sean prueba de violaciones a derechos humanos, quién declara es central, es decir, precisamente porque la declaración registra que alguien con nombre y apellido estuvo frente a una institución antes de ser desaparecido o ejecutado, el documento cobra relevancia; en este caso, la declaración como relato de hechos es secundaria. En segundo lugar, las declaraciones han sido consultadas por los datos que contienen. Debido a que los detenidos narraban sus actividades político-militares y las relaciones con otros compañeros de la organización, son una fuente para investigaciones que dan cuenta del día a día de la lucha armada y la contrainsurgencia. En este tipo de investigaciones, los relatos atribuidos a los detenidos son utilizados por qué dicen y no por quién la pronuncia y menos por cómo está organizada la narración.

Los dos usos de esta fuente se apoyan en y sostienen la idea de que las declaraciones contienen nombres, fechas y hechos, todos ellos fragmentos de verdad acerca del pasado. Obras como las de López Limón (2010), Rangel Hernández (2013), Escamilla (2016) han mostrado una trama regional y periódica compleja en las organizaciones y la contrainsurgencia. No obstante, recientemente esta fuente ha sido utilizada para reescribir la historia de la violencia política y las formas de la contrainsurgencia del Estado mexicano; en estas nuevas investigaciones las declaraciones son leídas a contrapelo para encontrar indicios de la estructura de la DFS como institución del Estado y las lógicas de su operación (Montemayor 2010, Aviña 2013, Vicente Ovalle 2018). Leer las declaraciones archivadas por la DFS como discurso (Guha 2002) abona a estos últimos trabajos. Este es el objetivo de este artículo: perfilar dentro de la compleja pintura de una declaración, como en el método indiciario de Carlo Ginzburg (1994), rasgos de la confección de los relatos de los detenidos que conduzcan hacia indicios del sujeto: el sujeto agente de la DFS y el sujeto detenido.

En el terreno testimonial también ha habido un crecimiento bibliográfico. Si bien, las voces de los exmilitantes se posicionaron intermitentemente en la escena pública desde los años setenta, fue en los dos mil cuando se multiplicaron las reflexiones testimoniales que indirectamente cuestionan la caracterización de la experiencia militante como exclusivamente dedicada a acciones armadas y formación ideológica; por el contrario, las últimas obras testimoniales ahondan en las relaciones entre militantes y su vida cotidiana.vii Los testimonios publicados y las entrevistas han servido para estudiar la violencia del Estado y para escribir la historia de las organizaciones porque ayudan salvar huecos de información para ciertos periodos o regiones. Sin embargo, a pesar de su utilización como fuente, algunos historiadores han criticado a los testimoniantes por “decantarse por el anecdotario personal”, es decir, por dejar de utilizar la “terminología marxista” del pasado para referirse a su propia experiencia (Cedillo y Calderón 2014, 276). La presencia de la memoria y la subjetividad ha resultado por lo menos incómoda en este tipo de historiografía, dominada por explicaciones estructurales sobre las organizaciones y la radicalización. Solo recientemente, las características intrínsecas de los testimonios han sido puestas a favor de la historia de los procesos de radicalización para explorar el complejo mundo social que permitió la emergencia y transformación continua de las militancias revolucionarias (Pozzi 2003, De los Ríos 2014, Gamiño y Toledo 2011, Villanueva y García 2019).

En el caso de Argentina, de acuerdo con Pittaluga, la incorporación de las narraciones testimoniales de los exmilitantes a los estudios historiográficos, sirvió para perturbar las “imágenes mitificantes” de las militancias setentistas (2007, 148); al mismo tiempo, los testimonios contribuyeron a explorar el complejo mundo de la subjetivación que posibilitó la militancia, pero que también la rebasó. Esta nueva perspectiva ha sido especialmente importante para, por ejemplo, comprender la incapacidad de las organizaciones para regular las subjetividades radicales de las mujeres militantes (Oberti, 2015). Aunque esta mirada sobre el testimonio no se dirige específicamente a documentos como las declaraciones judiciales, en este artículo planteo que las declaraciones tomadas por la DFS en México pueden ser leídas como relatos sobre sí forzados que registran fragmentos de vida y reflexiones de los detenidos.viii

Las declaraciones: indicios de los agentes y los detenidos

Las declaraciones que analizo están mayoritariamente contenidas en las versiones públicas que tienen el nombre de dos organizaciones político-militares: Movimiento de Acción Revolucionaria (MAR) y la Liga Comunista 23 de Septiembre (LC23S), producidas en 2008 y 2010 respectivamente; la ruta de consulta en el presente es poco clara.ix Las versiones públicas (VP) están integradas por copias de los documentos originales del fondo documental DFS que pasaron por un proceso de organización temática (personas, movimientos, organizaciones, áreas de interés) y clasificación y reserva (supresión) de datos de acuerdo con interpretaciones de las leyes de archivo y protección de datos personales. Los procedimientos del AGN para elaborar versiones públicas nunca han sido transparentes, por lo que siempre ha habido cuestionamientos sobre la correspondencia entre expedientes originales y lo que está a consulta en las VP. A pesar de estas críticas, entre 2015 y 2020, estas compilaciones fueron el único medio para consultar documentos de la extinta DFS.x

Los agentes de la DFS que producían las declaraciones seguían un triple mandato: primero, atendían algunos requerimientos del sistema penal mexicano porque las declaraciones eran parte nodal de la conformación de procesos penales contra detenidos, incluso si estos no seguían su curso. Segundo, se guiaban por requisitos institucionales que tenía efectos vinculantes sobre su carrera profesional. Tercero, las confeccionaban para alimentar el sistema de inteligencia y contrainsurgencia. A pesar de que el triple mandato vertebraba las declaraciones, no todas cumplieron los tres objetivos.Hubo, por ejemplo, detenidos que fueron desaparecidos o ejecutados en detención y sus declaraciones no llegaron a la justicia penal; otros no fueron presentados ante un juez y su detención-declaración sólo sirvió para mantenerlos encarcelados. Es necesario detenerme en cada uno de estos mandatos para comprender las peculiaridades de las declaraciones.

El Código Federal de Procedimientos Penales vigente en los setenta, daba facultades a las policías judiciales y otras instituciones, como la DFS, para levantar averiguaciones sobre la posible comisión de delitos para que después el ministerio público determinara si la acción penal contra la persona era procedente.xi El Código ordenaba que las declaraciones se apegaran a los dichos del detenido, por lo que los interrogatorios eran parte nodal de las averiguaciones y podían fungir como confesiones.xii Si el ministerio público determinaba ejecutar acción penal, el detenido era presentado ante un juez en audiencia pública, ahí señalaba los delitos que le imputaba al detenido y este nombraba a su defensor; en esta primera audiencia, se presentaban pruebas a favor y en contra, entre ellas, las declaraciones. En la audiencia, el detenido ratificaba sus declaraciones y asentaba si estas fueron tomadas en condiciones —como la presión o la tortura— que podrían descalificarla como prueba. El proceso de organizar los interrogatorios como declaración-confesión-prueba, engendró cinco diferentes relatos-documentos que corresponden a diferentes momentos en la confección de la declaración de un detenido: esbozos de declaración y reportes de interrogatorio; actas de declaración ante agente de la DFS; actas de declaración ante ministerio público; ampliaciones de declaración, y actas de audiencia pública. Las disparidades entre diferentes documentos atribuidos a una persona, muestran que los interrogatorios no fueron mera transcripción de los dichos de los detenidos; las divergencias son indicios de que lo dicho y cómo se dijo fueron productos dialógicos, una disputa librada con base en el saber-poder institucional y los prejuicios de los agentes, lo mismo que el saber previo y la improvisación de los detenidos en una situación en la que la tortura y las amenazas pendían siempre sobre sus cuerpos y su voluntad.xiii

La elaboración de las declaraciones sigue ritmos prescritos por los reglamentos y entrenamientos de los agentes.xiv Camilo Vicente (2018) analiza la homogenización de la elaboración de reportes de agentes de la DFS en los años setenta, misma que he comprobado en mi investigación; esta homogenización provenía de una reglamentación de 1934 que especificó: 1) que los reportes debían entregarse en las 24 horas posteriores al evento reportado, y 2) que debían elaborarse fichas de identificación para personas de relieve político, social, económico y de cada persona investigada o detenida, con datos generales, preparación cultural, situación económica, actividades sociales y políticas, domicilio, fotografía y cargos oficiales o particulares.xv Estas fichas eran clave para la institución, pues ayudaban a administrar los datos obtenidos por los agentes y eran uno de los fundamentos del saber-poder de la DFS; las declaraciones contribuían a elaborar estas fichas. En el caso de los agentes dedicados a la contrainsurgencia, era indispensable que encontraran información que tendiera un puente a nuevas detenciones, casas de seguridad y responsabilización penal de acciones político-militares (expropiaciones bancarias y de armas a policías y militares, secuestros políticos y enfrentamientos militares con instituciones estatales).xvi

Las declaraciones se confeccionaron a través del encuentro violento de los detenidos con otros (agentes de la DFS) en una situación que confinaba su cuerpo (detención) e incluso su voluntad (tortura). Los agentes y la situación de detención abrían y cerraban rutas para que el detenido narrara (seleccionara y ordenara) su vida. En este sentido, las declaraciones son narrativas dialógicas y situadas que dan cuenta de los sujetos detenidos y tienen limitaciones por las condiciones de producción. Fuera de la detención o en otro tiempo, los sujetos podrían reordenar los relatos, omitir o incluir otros elementos. Si antes de sustraer los datos objetivos, analizamos qué sentido tienen dentro del relato (declaración) y el discurso (corpus de declaraciones) al que pertenecen y el lugar que se les otorga en términos de orden, jerarquía y coherencia, se abre la posibilidad de encontrarnos con quien narra (Ricoeur 2003).

En las declaraciones, un detenido fue constreñido a relatar su vida: contestó preguntas, siguió pautas y aceptó aseveraciones de un tercero, esto es, estuvo obligado a hablar de sí mismo para otro (agente de la DFS) que tenía especial interés en ciertos aspectos de su vida (actividades subversivas). Bajtín (1999) estudia el proceso de confección de una vida como unidad terminada: sólo a través de la relación dialógica con otro (bien sea un tercero o el sujeto mismo convertido en otro en el transcurso de su vida) podemos concluir nuestra vida, es decir, darle significación cerrada a partir de ciertos eventos vivenciados o rasgos de la identidad. En el caso de las declaraciones podemos encontrar, inicialmente, al otro que ordena la vida de los declarantes y hacer emerger indicios del sujeto declarante, cuestión que también estudia Ginzburg (1994) en los juicios inquisitoriales.

El otro que detiene e interroga a una persona por sus ideas y acciones políticas marca el ritmo y organiza la vida del detenido, incluso si no logra abarcarla en su totalidad o si retoma elementos aislados del relato. Por su parte, la persona detenida puede contar con estrategias para ocultar información de su grupo, de las acciones futuras o de las casas de seguridad, puede incluso narrar una vida inventada, pero para que esta ruta no sea coartada violentamente, lo narrado ha de guardar cierta relación con los sentidos que el agente de seguridad tiene acerca de los detenidos.

El trabajo de análisis de las declaraciones consistió básicamente en encontrar sentido a las regularidades y diferencias del corpus consultado; ello me ha permitido bosquejar algunos ejes que guiaron el trabajo (intensidad de las jornadas y preguntas y uso de la tortura) de los agentes: 1) el lugar del detenido en una cadena de detenciones, donde era más probable que los primeros vivieran interrogatorios más exhaustivos; 2) la implicación del detenido en acciones político-militares más perseguidas por la DFS, como entrenamiento militar en el extranjero, ajusticiamiento de miembros de fuerzas de seguridad, secuestros políticos y expropiaciones económicas; 3) la relación entre las posiciones sociales del detenido y la taxonomía de la DFS sobre elementos de alta peligrosidad; 4) si el detenido ocupaba o era cercano a posiciones de dirección, y 5) los antecedentes que la DFS tuviera del detenido.

Adicionalmente, tengo indicios de que otros elementos, como escolarización (analfabetismo) y profesión, incidieron en la confección de las declaraciones y en su traducción en tareas de inteligencia y procesos penales. La profesión de profesor de primaria, por ejemplo, permitió que algunos detenidos fueron liberados de la acusación de ser militantes de una guerrilla En junio de 1974, un agente reportó que el ejército detuvo y presentó ante ministerio público a dos profesores de primaria de Durango que habían repartido propaganda de la LC23S; tras dos interrogatorios, el ministerio público “los amonestó severamente y los dejó en libertad”.xvii Algo similar ocurrió en febrero de 1974, cuando después de detener a un profesor cerca de la normal rural de Atequiza, Jalisco, la DFS lo liberó por “no habérsele podido comprobar nada”.xviii

Para comprender los relatos de las declaraciones son especialmente útiles las narraciones producidas en detenciones encadenadas y a continuación me referiré a las producidas en febrero-marzo de 1971, contenidas en la VP-MAR. El encadenamiento consigue aglutinar declaraciones suficientes para apreciar la heterogeneidad de las interpelaciones a los detenidos y la diversidad social que ellos narraban. Esta diversidad abrió intersticios para que algunos detenidos ocultaran información sobre la militancia y la organización o para que sus dichos permanecieran inaudibles para los agentes.

Las declaraciones encadenadas del MAR: los agentes escuchan diferenciadamente a los detenidos

El MAR ha sido destacado en la bibliografía por haber sido el único grupo entrenado militarmente por un gobierno extranjero y por contar entre sus filas con un cúmulo de egresados de escuelas públicas de Michoacán, entidad en la que las transformaciones cardenistas tuvieron un largo aliento.xix Fue una organización de larga vida (1966-1979) que cuenta con pocos estudios particulares que no agotan los análisis sobre la diversidad social de sus militantes y el trabajo que los grupos internos hicieron en diferentes puntos del país (Pineda 2003, Peñaloza 2004, Oikión, 2009).xx

El MAR fue descubierto por la DFS el 16 de febrero de 1971, con la detención en Jalapa, Veracruz, de cuatro personas en una “Escuela de guerrillas”, tras las que siguieron capturas en diferentes ciudades del país hasta llegar a 19 personas.xxi Estas detenciones develaron los entrenamientos en Corea del Norte entre 1969 y 1970, tema sobre el que los agentes indagarán siempre que haya un detenido relacionado con el MAR. Aquí analizaré la producción dialógica de las declaraciones en las actas atribuidas a Gonzalo, Nicanor, Elsa y Vicky, primeros detenidos, y la atribuida a Braulio, capturado días después en la misma ciudad.xxii

Podemos encontrar algunas preconcepciones de los agentes en estas declaraciones sobre qué trayectorias vitales llevaron a la subversión. Entre estas, se encuentra el género de los detenidos, pues la militancia fue concebida como actividad masculina. Las primeras declaraciones de las mujeres fueron cortas y los agentes no las cuestionaron por lo que sus dichos consiguieron atributo de verdad y no será sino a través de terceros (hombres) que los agentes descubrirán sus coartadas. Elsa dijo ser analfabeta, originaria de Oaxaca, contratada para limpiar la casa y cocinar. Aunque hubo dudas sobre sus declaraciones (como una nota al margen en un reporte que dice “parece que miente”) no fue sino 20 días después cuando la interrogaron nuevamente y, entonces, dijo ser Amanda, un miembro del MAR por ideología propia.xxiii La condición de mujer analfabeta volverá a aparecer en la declaración de otra detenida en abril de 1972; en este caso, tanto ella como su esposo, miembro de la organización, declararon que ella desconocía la organización y no tenía estudios; a diferencia de Amanda, parece que este cruce de categorías la liberaron del proceso penal.xxiv

Vicky también se libró inicialmente de un interrogatorio exhaustivo porque tejió una narrativa en la que ella aparecía como dependiente políticamente de su esposo, miembro de la escuela. Con esto, pasó desapercibida ante los prejuicios de los agentes sobre el género de la subversión. Sin embargo, las declaraciones de otros hombres detenidos señalan que el esposo de Vicky era reclutador y, en consecuencia, el agente encargado volvió a interrogarla y esta vez describió las actividades que, junto con su esposo, desarrolló.xxv En octubre de 1973, las narraciones contenidas en las declaraciones de varias mujeres detenidas (Greta, Georgina y Amaya) viraron, como mostraré a continuación en el caso de Greta:

En esa fecha [ca. 1966] ya contaba con quince años de edad y siguió la trayectoria de las ideas de su padre, participando en actividades de tipo estudiantil, llegando a ser secretaria general de la Escuela Normal Rural […] que por propia convicción y con pleno conocimiento de causa en el mes de julio de 1970 y reclutada por [Pietro] ingresó la declarante como miembro del MAR.xxvi

Greta, como Vicky, tuvo una pareja dentro de la organización, y aunque esto también aparece dentro de la declaración a su nombre, no está vinculado con su actividad política. Por el contrario, la organización del relato es un indicio de que la misma Greta buscó nombrarse protagonista de su militancia e ideología.

En las declaraciones de Gonzalo y Nicanor, la primera parte del relato se dirige a explicar cómo conocieron a quien los invitó —esposo de Vicky— a la escuela y el funcionamiento de esta y otras casas que fungían como escuelas del MAR. Sobre su escolarización, ambos relatan que estudiaron en normales rurales para ser profesores de primaria: Nicanor se graduó en junio de 1968 y el segundo desertó en 1969. No hay registro de que los agentes los obligaran a profundizar en sus trayectorias escolares, o a relatar sus actividades políticas previas, a pesar de que la propia DFS tenía información de que entre enero de 1968 y noviembre de 1969 las normales rurales vivieron un periodo de agitación y protesta al que las autoridades educativas pusieron fin con una reforma que prohibió su organización estudiantil. De hecho, la configuración del relato apunta a que narrar la escolarización fue, para ambos, un mero requisito.xxvii

A excepción de la ampliación de Vicky, las declaraciones de estos primeros detenidos sostuvieron su estatuto de verdad hasta la captura de Braulio, días después. A través de este, la DFS conoció los entrenamientos en Corea del Norte y el nombre de la organización. Una aproximación ingenua a la declaración de Braulio sugeriría que tenía poca preparación para el interrogatorio. Sin embargo, leer su declaración y relacionarla con el conjunto de declaraciones y otros documentos, me permite argumentar que algunos elementos de su relato y su propio nombre resonaban con las preconcepciones e informes previos de los agentes sobre espacios que promovían la radicalización:

cuando estudiaba secundaria fue candidato a Presidente de la Sociedad de Alumnos de su Escuela, participando como activista en el conflicto que se promovió para mantener en la Rectoría de la Universidad Michoacana al Rector Eli de Gortari; que igualmente participó en el movimiento estudiantil de [1966] en el que llegaron a exigir la desaparición de los poderes del Estado, y cuando ya estudiaba en la facultad de medicina fungió como tesorero de la sociedad de alumnos de la misma y fue candidato a Presidente de la federación de estudiantes universitarios de Michoacán.xxviii

Esta primera parte de la declaración se diferencia de lo consignado en las actas de Nicanor y Gonzalo, pues no sólo enuncia las escuelas y periodos de estudio de Braulio, sino que enlista agrupaciones y puestos ocupados. La descripción exhaustiva, contrastada con recuentos superficiales de otros detenidos, me permite inferir que el saber-poder de la institución fue central, bien fuera porque los agentes localizaron una ficha de identificación de Braulio en su archivo, o porque la mención de la Universidad Michoacana levantó sospechas.xxix Esto último es muy plausible, pues en la sistematización de información que hizo la DFS sobre el MAR, hay referencias a la citada universidad y a Michoacán como espacios para reclutamiento y preparación político-militar.xxx A lo largo de los años setenta, el paso por la Michoacana cautivó la atención de la DFS y fundamentó la infiltración de agentes en casas de estudiantes para impedir el reclutamiento y hacer trabajo de inteligencia. Después de la declaración de Braulio, los interrogadores regresaron a los primeros detenidos. Así fue como Gonzalo y Vicky confesaron su entrenamiento en Corea.

A pesar de que Gonzalo y Nicanor declararon múltiples veces, ambos tienen una vida familiar y una historia de escolarización inaudibles para las preconcepciones de los agentes que guían su declaración. La información que la DFS tenía sobre conflictos y organizaciones políticas en normales rurales no fue consultada por los agentes encargados de la subversión en 1971; esto sugiere que las funciones y el saber de la Dirección estaban compartimentadas. Debido a las zonas grises que creaba esta compartimentación, algunos declarantes pudieron excluir elementos relevantes de su proceso de radicalización o si los dijeron, fueron inaudibles. Los dos normalistas rurales detenidos en 1971 hablan de su salida de la normal como un parteaguas, pues inician contacto con la organización, pero los agentes interrogadores no consultaron el archivo propio para buscar sentido a los relatos y esto tuvo consecuencias inesperadas y favorables para otros detenidos. Por ejemplo, el desdén implícito a lo dicho por Gonzalo y Nicanor, ayudó para que Ronaldo —esposo de Vicky— omitiera que ellos no eran los dos únicos normalistas rurales y que, de hecho, otros ocho habían sido entrenados en Corea del Norte.xxxi

Por supuesto, los saberes de los agentes encargados de la subversión se transformaron y espacios que antes no eran sospechosos por subversivos, después se conceptualizaron así. En el caso de las normales rurales, las primeras declaraciones que relatan detalladamente la politización en estos espacios datan de 1974. En 1975, ya la DFS pide colaboración de la Dirección General de Educación Normal para identificar a “activistas de la Liga Comunista 23 de Septiembre” en estas escuelas.xxxii De esta forma, el Estado expandió sus concepciones de los espacios de radicalización estudiantil más allá de las grandes ciudades y, en el caso del MAR, más allá del nicho michoacano.

A partir de la desaparición forzada de los 43 normalistas rurales de Ayotzinapa, Guerrero, en 2014, la prensa nacional e internacional ha repetido que estos estudiantes han sido históricamente perseguidos por su radicalización política de izquierda. Pero este lugar común no discute cómo se las fue incorporando a las radiografías de la subversión con las que opera el Estado a través de diferentes instituciones. Mi investigación encuentra que esto fue un proceso y, en el caso del grupo encargado de la contrainsurgencia, se las incorporó como subversivas alrededor de 1974.

A través de la lectura de las declaraciones como discurso, identifico vacíos en el aparato de inteligencia y descoordinación institucional (quizá autonomía) que contribuyen a las nuevas caracterizaciones historiográficas del Estado mexicano que destacan ya no su habilidades de cooptación y eficacia represiva, sino las zonas grises, tanto en el cruce de legalidad/violencia, como en el cruce de inteligencia/represión en las funciones y actividades diarias de las instituciones de seguridad y vigilancia (Pansters 2012, Jardón 2003, Rodríguez 2003).

El Boceto de declaración: las voces de un interrogatorio

En el corpus de declaraciones que consulté, hay un reporte de once fojas atípico por su forma y contenido. El título y fecha están escritos a mano: “Boceto de declaración”, “4/may/75” y parece ser uno de los registros más próximos a una situación de interrogatorio a un detenido vinculado a la Liga Comunista 23 de Septiembre.xxxiii Para el análisis, lo dividí en tres partes según el espacio que ocupa la voz en primera persona (detenido) y las interrupciones que una tercera persona (interrogador) introduce hasta conseguir dirigir la narración a través de preguntas que, a diferencia de las declaraciones arriba estudiadas, aparecen textualmente. Este documento está escrito en mayúsculas, no tiene acentuación gráfica y la puntuación es escasa; en este artículo, con la finalidad de que fuera comprensible, eliminé el uso de mayúsculas y agregué puntuación entre corchetes y marqué con itálicas los segmentos en que interviene una tercera persona. Sólo conservo las redundancias y las formas no convencionales de redacción como rastros de la oscilación entre oralidad y escritura.

En la primera parte del Boceto, la infancia y escolarización del detenido, Charo, se narra en primera persona. Originario de un pueblo de Guanajuato, el padre de Charo migró a la ciudad de México junto con Charo y un hijo menor. En la ciudad, el detenido estudió la primaria y trabajó con su padre en la extracción de cantera en un terreno que le dieron “a cargo”. A pesar de múltiples interrupciones por enfermedades y carencias económicas, consiguió concluir el sexto año y enseguida se inscribió en la Escuela Mexicana de Electricidad para formarse como técnico en radio y televisiones, profesión que concluyó satisfactoriamente. Ahí, un profesor le consiguió su primera plaza como técnico en radios en una empresa, pero Charo renunció al poco tiempo porque el sueldo era bajo y no podía dedicarse a los televisores, especialidad que había elegido en la escuela. Siguió empleándose en talleres pequeños, pero regresó a extraer cantera porque los trabajos no eran estables ni bien remunerados. En esta vuelta al trabajo en la cantera, relata, sus manos tuvieron que acostumbrarse nuevamente al duro trabajo con el marro y el machete para partir piedra.

Mi padre era de origen campesino, tenía una parcela en San Rafael […] yo nací ahí en San Rafael[,] estado de Guanajuato, el 23 de julio de mil novecientos cincuenta[.] De la edad de siete u ocho años[,] mi padre nos trajo a mí y a mi [hermano], a mí como de ocho años y a él como de cuatro años a México. Aquí mi padre empezó a trabajar de, en diferentes partes, estuv[o] trabajando en una fábrica de café[.] [D]ebo aclarar de que antes de que nosotros viniéramos para, para acá, se viniera mi padre con nosotros[,] con mi familia a México, mi padre viajaba de entrada por salida a México cuando en temporadas no había cosecha, que no se sembraba.

Aíslo este fragmento para mostrar que esta primera parte podría leerse como una narración biográfica sin marcas de uso particular y para mostrar que Charo no sólo narra su vida, también se refiere a otros (su padre y su hermano, pero también los circuitos de migración) con quienes compartió el mundo social, tal como hacen los testimonios y los relatos de sí. La polifonía en los relatos de sí mismo (Oberti 2011) haría estas líneas interesantes para una investigación de las formas migratorias a finales de los cincuenta. No obstante, Charo se narraba ante un otro —agentes interrogadores— que tenía interés en su vínculo con la LC23S. A pesar de que estos datos no interesan a los agentes —no hay registro de preguntas como lo habrá después—, la explicación de su primera renuncia o del retorno a la cantera, pueden ser indicios de rasgos de un sujeto que procura espacios de trabajo que correspondan a su educación y ante las dificultades atraviesa por periodos de desgaste físico que son relatados con tono que parece de frustración. Incluso si esta explicación fuera una invención, el relato permite imaginar cuáles eran las experiencias (no solo en términos de hechos, sino de emociones) que un militante de la LC23S teje para narrar su vida.

Por otra parte, esta primera parte perturba una de las interpretaciones más difundidas sobre las organizaciones político-militares y la historia de la LC23S en particular: la división entre organizaciones rurales y urbanas (donde la Liga aparece como expresión más acabada). Tradicionalmente, los militantes de las organizaciones urbanas se han conceptualizado como jóvenes radicalizados en espacios universitarios, lejanos a la experiencia de la clase que dicen representar. Charo, primera generación de migrantes en la capital, tenía también experiencias (como interpretación y vivencia del mundo) que lo llevaron a la militancia armada. Su caso, como otros contenidos en las VP-MAR y VP-LC23S y algunos testimonios publicados (Villanueva y García, 2019) cuestionan la división entre guerrilla rural y urbana y nos obligan a preguntar nuevamente los procesos comunes que vivieron jóvenes con trayectorias de clase y escolarización dispares que alrededor de los sesenta asumieron que transformar el mundo era un deber propio.xxxiv

En la segunda parte del relato, en primera persona se narra que el detenido perdió su último empleo en un taller técnico por falta de clientes y por este motivo retornó a la extracción de cantera. Entonces se involucró en la lucha de los trabajadores para obtener la propiedad de los terrenos:

Me voy a la cantera donde siguen su[s]citando problemas en relación con los terrenos, donde hay el dirigente líder Crisanto […], ahí empezamos a organizar a la gente de que se alinie [sic][,] de que pide ir al departamento a hacer las reuniones, asambleas, donde yo empiezo a tener inquietudes por participar en esa lucha y empiezo a tomar la palabra….

A propósito de la movilización de trabajadores de la cantera, Charo introduce al Güero, quien después lo invitará a la lucha revolucionaria. Es en este punto donde aparecen los indicios —no explícitos– de la interferencia de un tercero para direccionar el relato. El relato menciona al Güero, sin dar su nombre, y enseguida hay una descripción física coaccionada —una interrupción— posiblemente para que los agentes tengan información que ayude a continuar las detenciones: “Después [de regresar a la cantera] el Crisanto me presenta al Güero, este es chaparro, pelo quebrado, frente amplia, ojos cafés, y ese, mejor dicho[,] no me lo presenta sino me dice, [‘]este es un amigo[’]”.

La polifonía de los relatos de sí mismo hizo de los interrogatorios una herramienta eficaz para obtener datos de militantes, casas de seguridad, formas de comunicación con los dirigentes de la LC23S y acciones planeadas. En esta segunda parte, la declaración narra que el Güero propuso “enseñarnos marxismo leninismo” y Charo aceptó e invitó a un excompañero de la escuela de electricidad y a su hermano menor. Estudian, reparten volantes y cuando se les plantea —no hay sujeto en la narración— que renuncien al trabajo para “desarrollarse políticamente y participar por la lucha de la revolución proletaria”, de los cinco que estudiaban con el Güero, sólo Charo y los otros dos que había invitado aceptan. Este relato contribuye a comprender las redes sociales y espacios que los militantes como el Güero usaban para expandir la organización y, al mismo tiempo, sugiere que no todos los que participaban en estudios políticos avanzaban hacia la militancia profesional.

En la tercera parte, los interrogadores impiden que el detenido narre y conteste en sus propios términos algunas preguntas y redirigen su narración en múltiples ocasiones para que profundice en su actividad en la LC23S; datos que los agentes podrían usar en acusaciones penales en su contra y para alimentar las tareas de contrainsurgencia de la DFS. Por su parte, la voz en primera persona sigue incluyendo a otros y narra cosas no pedidas: estos fragmentos son indicios de los significados de la militancia para el detenido. La escucha intermitente de los agentes de seguridad resulta un resquicio para que aspectos de la militancia de los detenidos permanecieran entre líneas.

El detenido explica que desconoce las placas del automóvil que lo llevó a una reunión y la dirección de la casa de seguridad en donde tuvo lugar porque “se clavó”, es decir, cerró los ojos. Pero los agentes cuestionan este relato, seguramente porque “clavarse” es inverosímil. En el siguiente fragmento mostraré que la interacción entre detenido e interrogadores fue un juego de sordos porque la experiencia del primero y las preconcepciones de los últimos chocaban.

Seguidamente le vuelven a preguntar, tú conservas la fatiga de las gentes que están en la casa, quiere decir que tú no eres hombre de confiar, verdad… para que te lleven con los ojos cerrados, no tienes cabeza, si de todo te llevan ‘clavado’ ahora él [Mauro] conoce a tu hermano[.] Contesta: no, Mauro era el que nos llevaba a esa reunión[.] (Le preguntan) y quién te ‘clavó’ si dices que no te diste cuenta del lugar[.] Contesta: no, es que nosotros tenemos esa disciplina, cuando se dice ‘clávese’ yo cierro los ojos, y no me doy cuenta[.] (Le preguntan) usted ha oído hablar del Gordo, porque también se discutió un material del Gordo, un tal gordo que está en la brigada doce, contesta: no.

Los cuestionamientos sobre la verosimilitud de “clavarse”, puede también señalar que, en el caso de Charo, los agentes sólo están interesados en conseguir datos para más detenciones (direcciones, nombres) y por esto ignoran su respuesta y le impiden desarrollarla. No obstante, lo dicho es un guiño para comprender una característica que los militantes señalan de sí: disciplina.

Más adelante, los agentes vuelven a cuestionarlo porque el relato de Charo sugiere que su hermano menor es más cercano a Mauro, un posible dirigente. ¿Cómo era posible que el hermano menor tuviera mayor jerarquía que el detenido?

(Le preguntan) tu hermano es menor que tú, y tú le inculcaste a tu hermano, y él anda más pegado a los jefes que tú, contestó: no, es que no es la edad… no se tiene diferencia[.] (Le preguntan) qu[é] otras expropiaciones hicieron[.] Contestó, son todas[.] (Le preguntan) qué piensa hacer la Liga[.] Contestó: desarrollar la organización …

Finalmente, El relato es nuevamente cuestionado porque el detenido dice ser dirigente de una brigada, pero también dice desempeñar tareas de vigilancia. La coexistencia de ambas actividades perturba la concepción implícita de los agentes acerca de “la dirigencia”:

(Le preguntan) pero quién Mauro si tú eres de la dirección… bueno, es que [é]l plantea eso[.] (Le preguntan) entonces por qu[é] vas a vigilar si eres de la dirección? Es que no hay este… (Le preguntan) no que eres de su brigada, es que no es así la cosa, o sea que no hay diferencia en esas cuestiones de jerarquía de tú para acá y yo pa acá… no… se trabaja… el objeto de las divisiones se refiere al trabajo político y en el trabajo práctico ya se participa de diferente manera[.] (Le preguntan) entonces sí se planea la expropiación… no, no se planea…

Las grandes divergencias entre la primera y la última parte del Boceto son indicios de que, durante los interrogatorios, los agentes no abarcaron la complejidad del entramado social y subjetivo que los detenidos narraban. Esta incapacidad no impidió las acciones contrainsurgentes, pero desplazó hacia los márgenes de la escucha detalles acerca de quiénes eran los militantes.

Los complejos registros de las interacciones violentas y desiguales —pero dialógicas— de los interrogatorios a detenidos vinculados a una organización político-militar, son una entrada hacia los asideros sociales de las organizaciones, las formas de la militancia y los sentidos que se le daban durante un interrogatorio.

Las declaraciones judiciales salvaguardadas en el archivo de la DFS son indicios de quién era el sujeto detenido por presunta actividad e ideología políticas y quiénes eran los agentes de seguridad y procuración de justicia. En el caso de los detenidos, el acercamiento es parcial porque al narrar su vida y conceptualizaciones de sí, estaban obligados a enmarcar su relato a las preconcepciones de los agentes y su cuerpo estaba confinado. No obstante, algunos mandatos que seguían los agentes para confeccionar las declaraciones y las fichas de identificación que alimentaban a la institución, abrieron resquicios para que los detenidos narraran conceptualizaciones veraces de sí mismos; esto ocurrió especialmente cuando narraban su vida familiar y escolarización. Bajtín (1999) y Ricoeur (2003) argumentan que el otro para quien un sujeto se narra es nodal para comprender por qué presenta ciertos fragmentos de sí como centrales o periféricos. En el caso de las declaraciones organizadas bajo coacción, el otro cobró mayor peso: es el agente de seguridad quien fuerza al detenido a detenerse en casas de seguridad y planes militares, en oposición a las relaciones horizontales que podían tejerse entre militantes que Charo sugirió en el interrogatorio. Algunas mujeres detenidas omitieron narrar todas sus acciones y negaron ser protagonistas de su ideología, gracias a los pliegues patriarcales de los agentes de la DFS y el sistema de procuración de justicia. No obstante, en el caso del MAR, alrededor de 1973 algunas mujeres afirmaron ser autoras de su política, lo cual es un indicio de que narrarse a sí mismas de esta forma era parte integral de su subjetividad.

En la interacción dialógica entre preconcepciones y mandatos institucionales de los agentes y subjetividad-experiencia de los detenidos para ordenar un relato-declaración, identifico que había información y conceptualizaciones sobre la militancia y las acciones que fue inaudible para el poder; es decir, no la transformaron en conocimiento para la contrainsurgencia. En la interacción, esta zona inaudible fue circunstancialmente útil para algunos detenidos. La historiografía ha planteado pocas preguntas en torno al quién de la contrainsurgencia y todavía menos sobre el quién de la insurgencia; pero, como he mostrado, esta interrogante abona para comprender los derroteros de sujetos que entraron a una organización político-militar y las transformaciones vividas durante la militancia. Independientemente de la audibilidad de las declaraciones en el pasado, si estudiamos la confección dialógica de los relatos, las historiadoras del pasado reciente podemos encontrar en ellas significaciones sobre la militancia y raíces sociales de los militantes.

Agradecimientos

Este artículo resultó de mi trabajo doctoral en el Departamento de Investigaciones Educativas del Cinvestav-IPN, dirigido por Dra. Alicia Civera. Agradezco a Armando Aguirre por su guía en los procedimientos penales en México, y los comentarios a versiones previas de Ariadna Acevedo, Eugenia Allier, Jaime Pensado, Carla Villanueva y la Seminaria feminista del DIE Cinvestav-IPN.

 

Referencias

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Notas

i El quiénes —como la identificación personal de los detenidos— será sustituido por seudónimos. Esta ha sido una decisión compleja. Por un lado, el acceso irrestricto y la discusión pública y ética sobre el contenido del archivo de la DFS abona a procesos de verdad y justicia sobre el pasado reciente; por otro, la publicación irrestricta del contenido de las declaraciones puede exponer fragmentos de intimidad que fueron obtenidos por el arrasamiento de las fronteras entre privado/público, lo cual podría derivar en una nueva violencia contra personas detenidas por su ideología y actividad política. Da Silva Catela y Jelin (2002) abordan la relación público/privado en los archivos del Estado, especialmente en los archivos de la represión en América Latina.
ii Algo similar señala Salazar (2013) para el caso chileno. Según este autor, durante la dictadura el ejército fue incapaz de caracterizar correctamente a los movimientos sociales y las izquierdas a partir de la información que obtenía en interrogatorios-torturas; esta incapacidad para construir saber habría dado pie al uso desmedido de la fuerza y la represión contra la población general.
iii La expectativa entorno a la desclasificación está plasmada en una de las primeras compilaciones sobre guerrilla en México de Oikión Solano y García Ugarte (2006).
iv En México operaron diferentes grupos armados a lo largo de los sesenta-setenta, cuya existencia fue opacada por la caracterización democrática del Estado mexicano en contraste con los Estados del Cono Sur que tuvieron dictaduras cívico-militares. En la historiografía mexicana, estas organizaciones han sido agrupadas con el concepto “movimiento armado socialista” para enfatizar que en todas era prioritario el concepto de revolución socialista (Oikión y García 2006). Yo opto por el término “organizaciones político-militares” para distinguir que las agrupaciones y sus militantes marcaron fronteras entre sí, incluso si retrospectivamente los sujetos admiten que eran parte del mismo proyecto político.
v A principios de 2019, el Ejecutivo del nuevo gobierno de transición prometió nuevamente abrir los archivos, pero advirtió que su contenido no era confiable. «Lo advertí, hay mucho de la DFS que se inventó: yo no fui miembro del Partido Comunista, dice AMLO«. sinembargo.mx, 6 marzo 2019. Consultado 15 may. 2019. https://www.sinembargo.mx/06-03-2019/3546378
vi Aguayo (2001) fue pionero sustentar las acusaciones de familiares y exmilitantes contra la DFS por desapariciones y ejecuciones extrajudiciales en documentos de la institución. En América Latina, los archivos de la represión han engrosado denuncias contra el Estado (Da Silva Catela, 2007; Acuña, 2016).
vii Entre las obras testimoniales de los setenta se encuentran Hirales (1978) y Castañeda (1980). En los dos mil, Armendáriz (2001) y Aguilar (2007), abordaron directamente la militancia de las mujeres, y otros (López 2001) se enfocaron en dar cuenta de largos periodos de militancia y sus transformaciones.
viii El archivo de la Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, poblado de reportes de espionaje pero carente de declaraciones, también se ha leído a contrapelo para hacer historias sociales del movimiento obrero (Nieto 2011).
ix Versión Pública “Movimiento de Acción Revolucionaria”, Archivo General de la Nación, Fondo Gobernación, Sección DFS, 2008, 14 Legajos; Versión Pública “Liga Comunista 23 de Septiembre”, Archivo General de la Nación, Fondo Gobernación, Sección DFS, 2010, 13 Legajos. En adelante se citarán: Asunto del documento, lugar, fecha, AGN-DFS, VP-MAR/VP-LC23S, Legajo. Para este artículo analicé 123 declaraciones de la VP-MAR y 35 de la VP-LC23S, la notable diferencia se debe a que la primera contiene sensiblemente mayor cantidad de declaraciones que la segunda. Esto no es la totalidad de las declaraciones contenidas en cada VP, y no hay posibilidad de saber si se acerca a las que fueron tomadas por la DFS debido a los procesos de selección en la elaboración de las VP. En conjunto, los 27 legajos de ambas VP suman 9,854 fojas.
x Pérez Alfaro (2017) sostiene que las rutas de consulta y las formas en que las leyes de archivos y protección de datos personales han redundado en censura. En febrero de 2020, luego de una movilización de historiadores, periodistas y exmilitantes, el AGN prometió el acceso irrestricto a originales.
xi “Código Federal de Procedimientos Penales”, Diario Oficial de la Federación, 30 ago. 1934.
xii Las “confesiones” están incluidas en la categoría de “Prueba” en el artículo 207 o del Código Federal de Procedimientos Penales.
xiii La tortura ha sido documentada en múltiples testimonios (Armendáriz 2001, López 2001, Villanueva y García 2019) y puede distinguirse en fotografías incluidas en las VP. La tortura era física y sicológica y sus niveles variaban de uno a otro detenido. Para algunos testimoniantes, los simulacros de fusilamiento fueron el punto máximo de tortura, para otros lo fue escuchar los gritos de sus compañeros; otros han referido exhaustivos golpes, patadas, posiciones lastimosas, picana eléctrica, ahogamientos con pocitos y agua carbonatada, abuso sexual y tortura física a los hijos de las detenidas.
xiv La carencia de información sobre el funcionamiento interno de la DFS y los entrenamientos de los agentes, incluso después de la transferencia de una parte del acervo documental del CISEN al AGN, es un problema político-histórico analizado por Padilla y Walker (2013), Aguayo (2001) y Vicente (2018).
xv Las fichas pudieron consultarse entre 2002-2015 en el AGN. A partir de 2020, su consulta es permitida a algunos investigadores y periodistas.
xvi FEMOSPP. 2006. «La guerrilla se extiende por todo el país». Consultado el 10 de abril 2019. https://nsarchive2.gwu.edu//NSAEBB/NSAEBB180/070-Grupos%20armados.pdf
xvii [Reportes de detención], 10 y 12 jun. 1974. AGN-DFS, VP-LC23S, L. 3.
xviii [Reporte sobre Guadalajara], 22 feb. 1972. En este caso, semanas después se reportó que la liberación había sido un error, pues esta persona estaba vinculada a disturbios en varias escuelas de Sonora. [Reporte sobre Sonora], 8 mzo. 1974, AGN-DFS, VP-LC23S, L. 2.
xix La posición de México en la geopolítica de la Guerra Fría impidió que, a diferencia de países del Cono Sur, los militantes de organizaciones político-militares tuvieran asistencia cubana para la vía armada (Keller 2015). Los jóvenes que en 1966 fundaron el MAR buscaron apoyo en otras latitudes y lo consiguieron de Corea del Norte.
xx Los militantes del MAR provenían especialmente de universidades de las entidades federativas y de las normales rurales, algunos de ellos declaran ser hablantes de una lengua indígena.
xxi Los reportes de la DFS consignan que la “escuela” fue descubierta el 16 de febrero (primeras detenciones), pero los detenidos fueron presentados a la justicia penal hasta el 15 de marzo, es decir, permanecieron desaparecidos cuatro semanas. «Conferencia de prensa en la Procuraduría General de la República», 15 mzo. 1971. VP-MAR, AGN-DFS L. 3. Véase Pineda (2003).
xxii VP-MAR, AGN-DFS, L. 3: “Acta de declaración de [Gonzalo]”, 17 feb. 1971; “Acta de declaración de [Nicanor]”, 17 feb. 1971; “Acta de declaración de [Elsa]”, 17 feb. 1971; “Acta de declaración de [Vicky]”, 17 feb. 1971; “Acta de declaración de [Braulio]», 1 mzo. 1971.
xxiii “[Reporte de personas detenidas]”, 16 feb. 1971, VP-MAR, AGN-DFS, L. 1. “Peritajes grafoscópicos”, 16 feb. 1971, VP-MAR, AGN-DFS. “Acta de declaración de [Amanda, alias Elsa]”, 9 mzo. 1971, VP-MAR, AGN-DFS, L. 3.
xxiv “Acta de declaración de [Ramona] ante subdirector de la DFS”, 20 abr. 1972, AGN-DFS, VP-MAR, L. 8. “Acta de declaración de [Donatelo] ante subdirector de la DFS”, 20 abr. 1972, AGN-DFS, VP-MAR, L. 8.
xxv “Acta de la declaración de [Vicky]”, 17 feb. 1971, VP-MAR, AGN-DFS, L. 3.
xxvi “Acta de declaración de [Greta]”, 23 oct. 1973. VP-MAR, AGN-DFS, L. 10.
xxvii La información que tenía la DFS sobre la actividad política de los normalistas rurales en 1968-1969 está contenida en la VP “Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México” (AGN-DFS, VP-FECSM, 2007) y ha sido analizada por Villanueva (2018).
xxviii “Acta de declaración de [Braulio] «, 1 mzo. 1971, VP-MAR, AGN-DFS, L. 3.
xxix La DFS tenía antecedentes de Braulio, consignados en el reporte de su detención. “Escuela de guerrillas de Jalapa, Veracruz”, 21 feb. 1971. AGN-DFS, VP-FECSM, L. 1.
xxx Los análisis que hizo la DFS sobre la conformación social del MAR en 1973 y 1976 señalan que las organizaciones estudiantiles de Michoacán originaron la organización. “Personas detenidas en la Dirección General de Policía y Tránsito”, 15 oct. 1973. AGN-DFS, VP-MAR, L. 11; [Informe sobre MAR] 10 jun. 1976, VP-MAR, L. 12. También hay reportes de 1975 y 1976 de infiltración en casas de seguridad del MAR. “Estado de Michoacán”, may. 1975. AGN-DFS, VP-MAR, L. 12; [Fotografías de estudiantes de universidad nicolaíta], s.f., AGN-DFS, VP-MAR, L. 12; “Reporte de agente sobre investigación”, 16 ago. 1976. AGN-DFS, VP-MAR, L. 13.
xxxi Es posible que los agentes no indagaran en las labores de reclutamiento de Ronaldo porque éste fue fundador del MAR y entrenó en Corea, cuestiones que captaron su atención. “Declaración de [Ronaldo] ante DFS”, Ciudad de México, 6 mzo. 1971. AGN-DFS, VP-MAR, L. 3. En octubre de 1973, una mujer detenida se referirá al reclutamiento de Ronaldo entre normalistas rurales. “Declaración de [Georgina]”, Ciudad de México, 22 oct. 1973, AGN-DFS, VP-MAR, L. 9.
xxxii “Escuelas Normales Rurales”, Ciudad de México, 26 jun. 1975. AGN-DFS, VP-LC23S, L. 6.
xxxiii “Boceto de declaración”, sin lugar, 4 mayo 1975, AGN-DFS, VP-LC23S, L. 5.
xxxiv Los diferentes orígenes sociales de las organizaciones rurales y urbanas se establecieron tempranamente en obras sobre el sistema político mexicano (Adler 1978) y de historia de la izquierda (Carr [1982] 2000) y continúa en obras de historia de las organizaciones y la violencia de Estado (Montemayor 2007, Rangel 2013, Esteve 2013).
Aleida García Aguirre
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Universidad Pedagógica Nacional del Estado de Chihuahua, México.