Figura 8: Una mujer escucha los testimonios de las personas que fueron agredidos por parte de la Policía Nacional del Perú en Miraflores, Lima, Perú. Foto: Aldair Mejía

 

Figura 1: Una mujer es retratada en medio de los bloqueos en Sicuani, Cusco, Perú. Foto: Aldair Mejía

Figura 1: Una mujer es retratada en medio de los bloqueos en Sicuani, Cusco, Perú. Foto: Aldair Mejía

Desde principios de diciembre del 2022, el Perú atraviesa una crisis política y social marcada por protestas que estallaron en respuesta al intento fallido del expresidente Pedro Castillo de cerrar el Congreso para evitar la vacancia por incapacidad moral. Tras el escándalo inicial, cuando la presidenta en funciones Dina Boluarte –exvicepresidenta de Castillo– anunció que las elecciones no se realizarían hasta mayo de 2024, peruanos de todo el país salieron a las calles primero para exigir elecciones y asamblea constituyente y, cuando la Policía Nacional y el Ejército reprimieron violentamente las protestas, exigir la renuncia de Boluarte. Meses después, más de 60 peruanos han muerto, incluidos al menos 48 manifestantes asesinados por las fuerzas estatales, en su mayoría de las regiones andinas del sur del país1, y Boluarte se niega a renunciar. La situación actual del Perú es la expresión más reciente de una profunda crisis estructural, arraigada en históricas relaciones de dominación desde la época colonial en un país altamente centralizado. Esto se refleja en la conflictiva relación entre la capital, Lima, y las demás regiones, que ha polarizado aún más el debate público. Los medios y las nuevas tecnologías han jugado un papel crucial en la forma en que se han representado estas protestas, a veces descubriendo lo que la élite limeña pretende encubrir y a veces agregando tensión a esta polarización.

Como peruana radicada en Estados Unidos, tras la impotencia de ver lo que pasaba en el país, decidí organizar un conversatorio con el objetivo de generar una conversación entre las Humanidades y las Ciencias Sociales, que nos permita reflexionar colectivamente sobre las crisis multidimensionales que enfrenta el Perú en los últimos meses. A continuación, van los resultados del evento que se llevó a cabo el 18 de abril del 2023, en colaboración con el Humanities Institute de la Universidad de California, Santa Cruz. Para esta conversación tomamos como punto de partida el lente de Aldair Mejía2, un joven fotoperiodista representante de una heterogénea “Generación del Bicentenario”3, quien cubrió las protestas en el país con una mirada de justicia que buscó reivindicar la lucha popular desafiando la representación deshumanizante de los medios tradicionales. Aldair ha trabajado como colaborador para la agencia EFE y Diario La República, y sus fotografías han sido publicadas en diferentes medios como CNN en español, New York Times, Clarín, La Vanguardia y el Washington Post. También es miembro de la Asociación de Foto Periodistas del Perú (AFPP).

Para comprender esta crisis estructural desde perspectivas multidisciplinarias, este evento convocó académicos peruanos de las humanidades y las ciencias sociales, quienes, desde distintas latitudes, reflexionaron colectivamente sobre las implicancias históricas, sociales, culturales, económicas y políticas de la crisis actual para el futuro de Perú. Nos acompañó la profesora Cecilia Méndez Gastelumendi, de la Universidad de California, Santa Barbara, quien enfoca su trabajo en la importancia de los desarrollos políticos de finales del siglo XVIII y del siglo XIX en la formación de las concepciones modernas de nación, ciudadanía y “raza” en el Perú; el profesor Carlos Molina-Vital, quien se desempeña como instructor y responsable del Programa de Quechua en el Centro de Estudios Latinoamericanos y Caribeños de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign; la profesora Mariela Noles Cotito de la Universidad del Pacífico, cuya investigación incluye derechos humanos, igualdad de género y no discriminación, así como el análisis de políticas públicas de inclusión en el Perú; y el profesor Nelson Pereyra Chávez de la Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga, cuyos ejes de investigación están relacionados con la participación política de los campesinos en la formación del Estado peruano y con la historia y cultura regional.

Sus reflexiones encuentran en la historia elementos claves para entender esta crisis estructural. El racismo de las clases dominantes, así como la violencia en contra de comunidades históricamente marginalizadas y sus culturas por clases medias urbanas, se manifiestan en la representación deshumanizante de los manifestantes en los medios de comunicación tradicional, el uso del terruqueo4 para deslegitimizar la protesta social, y quienes participaron de ellas, justificando una violencia desproporcionada por parte del ejército y la policía nacional, la violación de derechos humanos, así como la impunidad a los asesinatos en manos del Estado.

Figura 2: Un manifestante alza el puño en medio del fuego durante el paro indefinido en Sicuani, Cusco, Perú. Foto: Aldair Mejía

Figura 2: Un manifestante alza el puño en medio del fuego durante el paro indefinido en Sicuani, Cusco, Perú. Foto: Aldair Mejía

– Carla Hernández Garavito: Una pregunta que surge es ¿quiénes son considerados peruanos no solo como ciudadanos, sino también como sujetos históricos? Muchas veces se ha dicho que el Perú es políticamente un país sin memoria. Sin embargo, la cobertura de las protestas y la represión muestran activamente la tergiversación de nuestra memoria histórica reciente. Por ejemplo, el “terruqueo” desde urbes como Lima hacia pobladores provenientes de los focos más afectados por el terrorismo; la “revalorización” de la herencia española al mismo tiempo que se celebra el bicentenario; las narrativas de campesinos armados con huaracas como un peligro para policías y militares, etc. ¿Cuál consideran que es el rol de los procesos de subjetividad y memoria histórica recientes en el modo en que se están experimentando, reprimiendo, y comunicando las protestas en el Perú?

– Nelson Pereyra Chávez: La palabra “terruco”, que significa terrorista, se está usando arbitrariamente para designar a aquellas personas que tienen un punto de vista completamente distinto; por ejemplo, las personas que salen a protestar en contra del gobierno, incluso para referirse a aquellas personas que están exigiendo una Asamblea Constituyente o un cambio de la Constitución. También se usa irresponsablemente para referirse a personas que están comprometidas con la defensa de los derechos humanos, que participan en partidos políticos o movimientos de izquierda. El problema, además de la subalternización y deshumanización, es que es una forma sencilla de culminar el diálogo. Uno de los problemas que actualmente enfrenta la democracia peruana es que hay muy pocas posibilidades de diálogo porque simplemente al oponente se le terruquea y con eso se le subvaloriza y deslegitima por completo. Esto es bastante peligroso porque muchas de las personas a las que continuamente se les terruquea −por ejemplo, los sectores populares que participan en las protestas− fueron víctimas de Sendero Luminoso o de las fuerzas del orden en los años de violencia política.

Figura 3: En la Comunidad Estrella, Juliaca, una mujer es retratada con un cartel de ‘Viva el Paro’ en las zonas de los bloqueos. Foto: Aldair Mejía

Figura 3: En la Comunidad Estrella, Juliaca, una mujer es retratada con un cartel de ‘Viva el Paro’ en las zonas de los bloqueos. Foto: Aldair Mejía

– Mariela Noles Cotito: Los medios de comunicación tradicionales en el Perú son un espacio donde se crean, recrean y refuerzan los mensajes de quienes controlan las narrativas más convenientes al poder político; narrativas que, como sabemos, se exaltan durante los momentos de crisis política, pero que en general han sido más o menos estables en la sociedad peruana y que responden al imaginario colectivo de quienes son los ciudadanos, quienes son los pobladores y estas dicotomías perversas. Desde esta construcción y refuerzo mediático permanente donde las perspectivas no hegemónicas suelen ser silenciadas y categorizadas como “otras”, las personas que se alinean con ellas se transforman en eso que los medios dicen que son: voces a silenciar, irrelevantes expresiones de ignorancia o un poco las características que hemos identificado ya en los medios peruanos. Estas formas del control del poder narrativo en el Perú están fuertemente mediadas por los clivajes sociales históricos en el país, que tienen un origen en la colonia. Contrariamente al discurso más popularizado, el proceso político de descolonización de nuestros territorios no tuvo un correlato en la descolonización de nuestro tejido social.

Nuestro país permanece dominado por formas de pensar que no sólo nos separan física y geográficamente, sino que nos categorizan de diferentes maneras en nuestro nivel de ciudadanía; además, valorizan y jerarquizan qué es lo que podemos traer a la mesa ciudadana. En ese contexto, el recurso de los medios de comunicación masivos de caracterizar a las protestas actuales como actos de terrorismo tiene una doble función. Por un lado, deshumaniza a quienes protestan validando el uso desmedido de la fuerza en su contra. Y, por otro lado, invalida aquello por lo que protestan. No resulta relevante entonces siquiera escuchar lo que tienen que decir, porque de plano se asume desde este prejuicio racista que tenemos, que no entienden por qué protestan, que lo hacen motivados por impulsos destructivos o violentos, o que en realidad su intención no es ejercer su ciudadanía, sino que están siendo comprados o manipulados por fuerzas más allá de ellos. Entonces, creo que trabajos fotoperidiodísticos como el de Aldair Mejía ponen el foco en la humanidad de quienes protestan y nos invitan a pensar en sus razones; rompen con el maniqueísmo de policía bueno, protestante malo que se viene repitiendo una y otra vez a través de las narrativas hegemónicas, además de que evidencian la violencia desmedida que ha soportado los manifestantes y que ha sido en buena cuenta invisibilizada y desestimada por los medios masivos. Son un esfuerzo importante por ir remediando siquiera, el balance histórico de poder narrativo de aquellos grupos históricamente excluidos.

Figura 4: Un manifestante fue arrollado por la Policía Nacional del Perú con una moto durante los enfrentamientos en el Centro de Lima. Foto: Aldair Mejía

Figura 4: Un manifestante fue arrollado por la Policía Nacional del Perú con una moto durante los enfrentamientos en el Centro de Lima. Foto: Aldair Mejía

– Nelson Pereyra Chávez: El Viernes Santo se realiza en Ayacucho una procesión muy concurrida: la del Santo Sepulcro. El 7 de abril de este año un grupo de artistas ayacuchanos, como es costumbre, reunió flores y otros materiales para confeccionar una alfombra en la Plaza Mayor de la ciudad para la procesión. Cuando estaban trabajando en una imagen que decía “No matarás” con la fecha del 15 de diciembre de 2022, que fue el día de la protesta y de la represión militar5, la policía rodeó a estos artistas y pretendió evitar que continuaran con su labor. Dice la periodista Patricia del Río en una columna de opinión que “el arte le estaba resultando increíblemente incómodo al poder para el que el quinto mandamiento se aplica de manera selectiva desde que la señora Boluarte llegó a la presidencia. Por eso la rabia, por eso la medida vergonzante. Pero los ayacuchanos, acostumbrados a encontrar la verdad sobre el infierno de la lucha antiterrorista en los retablos de Edilberto Jiménez6 o en las figuras de barro de Rosalía Tineo7, defendieron a gritos su derecho a honrar a sus diez muertos, a esos que murieron en una matanza, aún en investigación, sobre la que nadie les ha pedido disculpas”.8

Este incidente revela que en Ayacucho la memoria del conflicto armado está presente y latente; que se activa en circunstancias como la que se vivió en el mes de diciembre −que ocasionaron el saldo trágico de 10 ayacuchanos fallecidos− y con el constante terruqueo que sufren los pobladores que salen a protestar. Diferente es la situación en Lima, donde se pretende silenciar el periodo de la violencia política. Considero que existe una campaña desde el poder, en la que participan los medios de comunicación, para intentar distorsionar o silenciar la memoria del conflicto armado interno. Al contrario, en Ayacucho esta memoria está viva y se activa cuando se observa la brutalidad militar durante las protestas o cuando se terruquea constantemente. Aparentemente se ha vuelto a la calma. Se ha podido celebrar la Semana Santa y se ha restablecido el flujo turístico; pero, no sabemos qué es lo que va a suceder en el corto plazo. Ahora, la demanda regional es que se investigue lo que sucedió en diciembre y se sancione a los responsables militares y políticos directos e indirectos.

Figura 5: Una mujer exige sus demandas en medio de tristeza durnate una tormentosa lluvia en el distrito de Chicacupe, Cusco, Perú. Foto: Aldair Mejía

Figura 5: Una mujer exige sus demandas en medio de tristeza durnate una tormentosa lluvia en el distrito de Chicacupe, Cusco, Perú. Foto: Aldair Mejía

– Cecilia Méndez: Bueno, la pregunta detrás de ¿quiénes son peruanos? es ¿cómo funciona lo que llamamos racismo? A veces pensamos que se sobreentiende, pero no siempre es así. Yo quiero plantear algo que he estado ya planteando por escrito, y es que el racismo yo no lo entiendo como un vestigio colonial, como sugiere la profesora Noles Cotito, sino más bien como una respuesta a la democratización de la sociedad. Cuando es inminente el discurso de la igualdad, el racismo es una respuesta de los sectores que fueron privilegiados en un orden discriminador. Es una respuesta a que otros sectores que antes no tuvieron acceso a derechos y a reconocimiento tengan ese acceso. A veces se tiene la idea de que la independencia no marcó ningún cambio, de que no hubo nada que se diferenciara de la época colonial pero lo que realmente se quebró es la idea de que las jerarquías eran inmutables. O sea, en la sociedad colonial nadie pretendía ser igual al otro. Nadie tenía el derecho a cuestionar el orden jerárquico de las cosas.

Nuestra primera Constitución de 1823 decreta la igualdad ante la ley y en 1821 San Martín da el decreto de abolición del tributo indígena, donde declara que los “aborígenes” desde ese momento van a ser ciudadanos peruanos. Esto produce un rechazo entre las élites privilegiadas de la sociedad. Por eso es que Jorge Basadre (1903-1980), el historiador más grande de la república, dijo que la república fue rechazada por los aristócratas, quienes tuvieron un enorme “disgusto y repudio” de que personas que habían sido antes asociadas con un estrato social bajo o incluso personas que habían sido esclavizadas y adquieren su libertad fueran a tener el derecho de acceder a cargos públicos. Ahí se expresa este rechazo que sí podemos llamar racista. Felipe Pardo escribió un poema pocos años después del decreto de abolición de la esclavitud en el Perú que era una parodia al Congreso (Constitución Política, 1886), diciendo que ahora los esclavos que habían sido liberados, van a pretender tener un cargo en el Parlamento. Entonces, el racismo y ese lenguaje vituperante frente a personas que antes estaban segregadas y ahora tienen la posibilidad de ser ciudadanos es una creación republicana, resultado de la democracia. Pedro Castillo representa justamente el ascenso de sectores campesinos que nunca habían tenido ese grado de poder. Castillo no fue un personaje de principios democráticos. No lo fue. Castillo no creía en la democracia. Es verdad que fue atacado, pero él promovió un golpe de Estado y desde el comienzo él no tenía principios democráticos. Sin embargo, su elección fue democrática y su presencia, sí significó una marea de democratización que fue absolutamente rechazada, con una violencia que yo, francamente, no he visto ni siquiera en la época de Fujimori.

Figura 6: Una mujer con honda en mano es retratada en medio del fuego en Sicuani, Cusco, Perú, durante el paro indefinido. Foto: Aldair Mejía

Figura 6: Una mujer con honda en mano es retratada en medio del fuego en Sicuani, Cusco, Perú, durante el paro indefinido. Foto: Aldair Mejía

– Carlos Molina-Vital: Quisiera retomar o conectar con lo que la profesora Cecilia Méndez ha mencionado sobre cómo se ha venido arrastrando desde hace tanto tiempo esta discriminación y esta sorpresa primero, y este repudio después, violento en contra de lo indígena-rural tomando el poder o manifestando el poder. Me voy a enfocar solamente en lo lingüístico. Una muestra de la deshumanización y por extensión, la falta de derechos, la falta de representatividad política que se le ha dado a la población que es quechuahablante, a la población aimarahablante, se demostró claramente desde el inicio del gobierno de Pedro Castillo, cuando muchos, incluso intelectuales, consideraron que el quechua era usado de una manera provocadora9; es decir, que era una provocación usar el quechua en el Congreso. Y después la aparición de la wiphala10 durante las manifestaciones se consideró básicamente una afrenta a una supuesta unidad nacional. Esta idea de nación está mucho más cercana a los ancestros criollos europeos que a la población de origen andino. Esto muestra el tema de los privilegios de clase y muchas veces se rechaza cualquier concesión que se le quiera dar a esta masa “indígena” vista como algo tan ajeno, que no lo es por los mismos cambios sociales migratorios que había en los últimos 60 o 70 años, pues no se quiere soltar prenda, no quiere ver ningún cambio en el status quo para nada. La mera mención del quechua, el uso del idioma o de derechos de poblaciones de comunidades andinas se considera si no irrelevante, problemático y no debería ser así.

A Dina Boluarte se le considera una usurpadora porque está recordándole a las personas los abusos que hay de las clases que dominan el español, de las clases que se ven representadas en la sociedad con el estatus social más alto, con el acceso a la educación, el acceso a los medios de comunicación, etcétera. No hay que olvidar que si hay una memoria histórica aquí que se está manifestando, es que la población rural, la población que se ha organizado en las protestas, ha notado claramente que Dina Boluarte es una representante de lo que se llamaban los “mistis”, es decir “mestizos”, una clase gamonal que robando tierras ejerce poder y crea un poder mayor en contra de los intereses de las comunidades indígenas, las comunidades andinas11. Entonces eso no se ha olvidado. De hecho, la familia de Dina Boluarte es conocida como una familia de gamonales en la provincia de Aymaraes y eso no es un dato menor. Los manifestantes rurales entienden que cuando Dina Boluarte ha usado el quechua como para decir “yo soy una de ustedes, hermano, dejemos de matarnos” es hipocresía. Recordemos que los gamonales también hablaban quechua y lo usaban para gobernar y oprimir.

– Aldair Mejía: Quería recalcar un poquito sobre la memoria histórica y su relación con el fotoperiodismo. Tuve la oportunidad de cubrir la memoria histórica del caso de Accomarca donde 69 personas fueron asesinadas a manos del ejército12. Pude cubrir esa trágica historia donde muchos pobladores recibieron los cuerpos de sus nietos, de sus sobrinos y sus hijos años después. Antes de hacer un registro sobre esa cobertura, pude conversar con algunos campesinos que según lo que me comentaban el terruqueo siempre ha existido. Me decían “los del ejército nos mataron por ser terrucos. Nosotros no éramos terroristas, nosotros éramos seres humanos que hemos tenido que cuidar acá nuestra familia. A nosotros el Ejército del Perú nos asesinó”. Esas eran las frases que escuchaba, las palabras de los pobladores de Accomarca que aún no se olvidan. Hace un año entregaron algunos cuerpos calcinados, ropas a los familiares y decían que el terruqueo en el Perú ha sido muy fuerte para ellos. Han pasado muchos años y ellos aún recuerdan esa historia y cada vez que ven militares o el ejército alrededor de ellos, ellos se asustan muchísimo. Eso pasó también en las protestas. En las protestas me tuve que comunicar mucho con personas quechuahablantes y comentaban que el terruqueo era muy fuerte, que en Puno ha sido muy fuerte el terruqueo y el racismo también. Ver una persona pasar por la ciudad de Puno en polleras ya es una terruca. Por ejemplo, cuando se iniciaron los enfrentamientos en el aeropuerto de Puno, ahí había mucha gente que pasaba con sus hijos y aún así fueron reprimidos por la policía o con las lacrimógenas, con los disparos. No respetaban nada.

Nosotros, los fotoperiodistas, arriesgándonos mucho, hemos podido retratar estos conflictos y que queden para el recuerdo. Las fotos que yo hago y que muchos estamos haciendo, van a servir para mantener la memoria histórica de muchas familias que han perdido a sus deudos. Estamos dispuestos a mostrar la realidad, hemos mostrado la realidad tal cual ha sucedido, no hemos manipulado ni nada. Nuestro trabajo es estar en el en el punto y mostrar las exigencias de la población.

Figura 7: Una manifestante lanza se defiende con una honda de los ataques de la Policía Nacional del Perú en los exteriores del Aeropuerto de Puno. Foto: Aldair Mejía

Figura 7: Una manifestante lanza se defiende con una honda de los ataques de la Policía Nacional del Perú en los exteriores del Aeropuerto de Puno. Foto: Aldair Mejía

– Alejandra Watanabe Farro: La siguiente pregunta es pensando en una de las consignas que se presentaron en las protestas, en un país donde el Estado históricamente ha sido responsable de las desigualdades y que ha sido incapaz de responder a las necesidades y demandas populares, una de las consignas durante las protestas fue la necesidad de convocar a una Asamblea Constituyente para la redacción de una nueva Constitución que refunde el Estado y de esta manera reivindicar la participación política de ciudadanos y ciudadanas históricamente relegados. Es un tema que ha generado muchísimas discrepancias en diferentes ámbitos de la sociedad, en la academia, en la política, en la opinión pública. ¿Cuáles son sus reflexiones al respecto?

– Aldair Mejía: Estos problemas no son de ahora, vienen de años. Los pobladores han exigido muchas demandas, muchas exigencias y hasta ahora no les hacen caso. No hay ninguna respuesta por parte del gobierno. Yo he podido comunicarme con pobladores de Juliaca, que fue un epicentro de protestas que concentró más de mil personas que habían tomado las carreteras. Ellos exigían agua, alimentos, un puesto de salud, puentes, pues ellos hasta ahora no han recibido nada. Es por eso también el fastidio de la población de Juliaca, de Puno. Han salido a las protestas, no solamente por Dina Boluarte, sino también para hacer esas exigencias porque el gobierno hasta ahora no ha hecho nada para ellos. Y claro, entre las exigencias también estaba el cierre del Congreso, una nueva Asamblea Constituyente y nuevas elecciones.

Cada vez que voy a una región a hacer una cobertura de protestas u otras coberturas, siempre exigen la presencia del presidente: ¿dónde está? No vienen a nuestro pueblo ¿cuándo va a venir? queremos que nos escuchen. Por eso se hartaron, y vinieron a Lima a hacer las protestas y exigir respuestas al Congreso y al gobierno. Nunca hubo esas respuestas, hasta ahora. Eso es muy preocupante porque sabemos que durante las campañas dicen de todo. En realidad, al pueblo lo han engañado, lo han engañado muchísimo en estos años y mucho más ahora con estas represiones de la policía y del ejército que han matado a bastantes personas. Es muy lamentable lo que sucede acá en el Perú. Ojalá lleguen las demandas del pueblo y nosotros como fotoperiodistas vamos a seguir hasta que nos cansemos. No nos vamos a cansar de hacer fotografías para mostrar lo que sucede en nuestro Perú.

– Carlos Molina-Vital: Voy a confesar que al principio, yo estaba bastante en contra de la idea de hacer una Asamblea Constituyente, y por una razón sencilla: para mí los partidos de izquierda no han dado la talla durante varios años y especialmente durante el gobierno de Pedro Castillo. Son muy desorganizados, mezquinos y con indicios de corrupción grandes. Dina Boluarte fue elegida como una política de izquierda, por ejemplo, y al final nos ha dado la prueba más grande de que eso no importa realmente para los partidos de izquierda. Con la presidencia de Boluarte se ven sus actuaciones, sus mentiras y cómo se ha atornillado al poder.

Figura 8: Una mujer escucha los testimonios de las personas que fueron agredidos por parte de la Policía Nacional del Perú en Miraflores, Lima, Perú. Foto: Aldair Mejía

Figura 8: Una mujer escucha los testimonios de las personas que fueron agredidos por parte de la Policía Nacional del Perú en Miraflores, Lima, Perú. Foto: Aldair Mejía

Habiendo dicho esto, ahora ya me parece que hay razones mucho más fuertes para apoyar una Asamblea Constituyente, incluso aunque no sea perfecta. No va a solucionar los problemas mágicamente y me temo que no va a lograr una representación sustancial de minorías e incluso participación de mujeres. Me gustaría que eso ocurriera, pero no lo considero probable. Lo que más bien pienso es que la Asamblea Constituyente es efectivamente un clamor popular. La gente está organizándose y las protestas han sido protestas de carácter político. Entonces esas protestas tienen que tener una vía de escape y una manifestación concreta, que es la Asamblea Constituyente. De esa manera se puede ejercer una presión real a las élites políticas, que básicamente han sido las que han manejado la represión. Con una Asamblea Constituyente se puede mostrar que la gente, el pueblo, no se queda de brazos cruzados y va a ejercer el poder de votación, que es uno de los grandes poderes que les quedan a las personas. Vamos a recordarles entonces que votar, incluso para elegir una Constitución nueva, es un acto político. Las organizaciones populares que han logrado llegar a Lima desde las comunidades, desde caseríos, desde anexos, nos han demostrado que existe un nivel de organización fuerte entre los aimaras y también los quechuas, que existen movimientos de base popular. Tengo la esperanza de que ese tipo de movimientos sean los que logren poner representantes políticos idóneos, representantes políticos con mejores ideas y que tengan mejores principios, y que logren, pues, alcanzar una voz, un nivel de representación mucho mayor en el Congreso. Y que logre replicarse ese nivel de organización en una Asamblea Constituyente.

– Cecilia Méndez: Siguiendo el hilo abierto por el profesor Molina-Vital, quiero hacer hincapié en por qué Puno ha sido el lugar donde el Estado, o mejor dicho, el gobierno de Dina Boluarte, se ha ensañado más. Puno es el lugar donde ha habido la mayor represión, la peor masacre. Han muerto más de 20 personas asesinadas a través de ajusticiamientos extrajudiciales con armas de fuego. No es casualidad que sea una de las regiones del Perú de mayor presencia indígena y mejor organizada. Algunas personas de nuestras élites intelectuales o de clases medias limeñas han deplorado que no haya líderes, se preguntan dónde está la sociedad civil. No logran reconocer a los líderes de las comunidades campesinas como líderes políticos. Entonces, como no hay un partido político o como no hay un liderazgo de una clase social que ellos asocian con el liderazgo político, no los reconocen como líderes. En segundo lugar, hay que recordar que Puno fue la región que rechazó la Constitución de Fujimori del 93 cuando hubo un plebiscito. En otras palabras, hay una politización muy grande de la gente puneña, una organización muy grande democrática, porque las decisiones se toman a nivel de asambleas y eso es algo que ocasiona terror absoluto en los poderes fácticos, en la gente que está acostumbrada a tener el poder en el Perú.

Figura 9: Tres mujeres escapan de las bombas lacrimógenas lanzadas por la Policía Nacional del Perú, un día antes del Dia de La Mujer en el Centro de Lima, Perú. Foto: Aldair Mejía

Figura 9: Tres mujeres escapan de las bombas lacrimógenas lanzadas por la Policía Nacional del Perú, un día antes del Dia de La Mujer en el Centro de Lima, Perú. Foto: Aldair Mejía

La violencia estatal se explica por esa fuerza democrática que tienen estas asociaciones y por eso es que la solidaridad se penaliza, la solidaridad se castiga, la solidaridad es un blanco de la represión. ¿Entonces, que tiene que ver esto con la Asamblea Constituyente? Como ha mencionado el profesor Molina-Vital, inicialmente muchos sectores tuvieron ciertos reparos y también me incluyo. Hace unos tres años, cuando yo escuchaba asamblea constituyente, lo asociaba con partidos de izquierda que están muy desprestigiados, pero las movilizaciones no son de izquierda. Las movilizaciones son de los postergados, independientemente de las ideologías. Pienso que la asamblea constituyente no va a solucionar las cosas, pero va a canalizar las demandas que no tienen donde canalizarse. La Asamblea Constituyente abre una posibilidad de discutir y debatir temas políticos de donde pueden salir algunas soluciones importantes, temporales. Por último, contra el argumento de que no estamos listos para una asamblea constituyente por la violencia del Estado y la falta de liderazgo, les recuerdo que ninguna Constitución en el mundo ha salido de una situación de paz. Todas las constituciones, desde la de 1812 en España hasta las de México en 1857 y 1917 han sido constituciones que han surgido de guerras, de tratar de conciliar una situación irreconciliable y se ha ido para adelante a seguir luchando por un sistema de leyes distinto. La asamblea constituyente no es una solución, pero es un camino para democratizar la sociedad, para que todos sean oídos.

– Nelson Pereyra Chávez: Lo que estamos observando no es solamente un conjunto de protestas políticas contra el actual gobierno, contra el Congreso y contra los partidos políticos, una demanda de que se vayan todos; además estamos presenciando una crisis del Estado-nación que apareció hace 200 años. Precisamente, han estallado protestas que recurren a símbolos como la wiphala o el quechua para reivindicar no un tema étnico, sino una región o una posición regional. La existencia de movimientos regionales o la emergencia de posturas regionales y regionalistas ponen en jaque el Estado-nación que ya estaba en crisis con la globalización. Esto ocurre en un contexto muy particular de turbación de la institucionalidad política, de crecimiento de las brechas entre Lima y las regiones y de participación activa de los sectores populares en política.

Por ejemplo, en los últimos quinquenios los alcaldes de Huamanga y Huanta −las principales ciudades de la región de Ayacucho− procedían de la zona rural o de comunidades campesinas, algo que era inimaginable en el siglo XX. El antropólogo Carlos Iván Degregori hablaba de “democracia étnica” al estudiar la participación de campesinos en la política ayacuchana. El actual gobernador regional en una autoridad de origen campesino y proveniente de una provincia de la región. Todo esto empata con la actual crisis del Estado-nación. La crisis del Estado-nación obliga a replantear el modelo estatal peruano y el pacto social vigente. Como dice la profesora Méndez, necesitamos de un gran debate sobre estos temas y uno de los espacios para dicho debate podría ser la Asamblea Constituyente.

– Mariela Noles Cotito: Mi punto de vista está más o menos alineado al de mis colegas, pero quisiera comentar lo que tenemos en el horizonte, el jurídico específicamente, y es que hay un sector de los constitucionalistas que argumenta que modificar la Constitución difícilmente va a transformar las brechas históricas que atraviesan el país. Entonces, cambiarla sin transformar nuestra forma de funcionar políticamente como país o los fundamentos que la sostienen, va dejar el estado de cosas actual más o menos igual. Luego hay otro sector que más bien reconoce que nos encontramos en un momento que razonablemente puede entenderse como uno de naturaleza constituyente y que esta es una urgencia cada vez menos ineludible. Considero que es importante abrir la arena política para evaluar la posibilidad de reformular nuestro pacto social. Más allá de si en términos constitucionalmente técnicos la asamblea es posible, no podemos perder de vista que crear oportunidades más equitativas para que quienes conforman esta nación tan diversa puedan participar de un proceso político tan trascendental podría generar un cambio de paradigma en la forma cómo nos entendemos como nación y cómo nos relacionamos unos con otros. Obviamente, sin embargo, enrumbarnos seriamente en esta tarea implicaría reivindicar el derecho de todos y todas las ciudadanas a participar plenamente, algo que históricamente no se ha hecho en nuestro país. Debería pasar porque reconozcamos sus voces, sus perspectivas y necesidades, así como sus demandas, en igualdad.

Personalmente, yo no creo que estamos en un momento en que se pueda lograr una asamblea amplia, representativa y que sostenga o brinde espacio para las voces de todos y todas, pero confiaría en que el momento sí es propicio siquiera para poner la conversación sobre la mesa. Nuestros representantes ciertamente no están ayudando, pero a lo mejor sí es posible cuestionarnos desde otros liderazgos o aquellos más comunitarios o agrupadores, como los descritos por la profesora Méndez, discutiendo sobre el país que queremos, y cuales son algunos de los consensos que debemos lograr y fortalecer para llegar hacia él.

Figura 10: Un manifestante usa un juego pirotécnico para defenderse de la Policía Nacional del Perú, en el Centro de Lima. Foto: Aldair Mejía

Figura 10: Un manifestante usa un juego pirotécnico para defenderse de la Policía Nacional del Perú, en el Centro de Lima. Foto: Aldair Mejía

 

– Amanda Smith: Ya que la profesora Noles Cotito ha tornado nuestra vista hacia el horizonte, ¿podrían comentar el estado actual de las protestas y también las posibles repercusiones de las violaciones de derechos humanos cometidos durante el gobierno de la presidenta Dina Boluarte?

– Nelson Pereyra Chávez: En estos momentos se han aletargado las protestas debido a la fragmentación del tejido social, que ha impedido una mayor articulación de los manifestantes. Dicha fragmentación se arrastra desde la década de 1990. Es más, en enero aún se discutía el adelanto de elecciones; ahora el tema ha sido archivado y lo más probable es que en el corto plazo continúe gobernando Dina Boluarte en tanto tiene aliados en el Congreso y cuenta con el respaldo de las Fuerzas Armadas. Se habla incluso de una suerte de “gobierno congresal” entre Boluarte y los congresistas. Además, en estos momentos el país enfrenta el fenómeno del niño con constantes lluvias en el norte, sequía en el sur y una temperatura asfixiante en Lima. No sabemos qué es lo que pasará en el corto plazo. La política peruana es muy impredecible.

– Cecilia Méndez: Quisiera discrepar abiertamente cuando Nelson dice que las protestas han parado por la disgregación del tejido social. Yo no creo que es así. Las protestas ahora han bajado por una represión brutal, que nunca en mi vida he visto, como les decía, ni en la época de Fujimori. Son tres meses de una movilización masiva y donde la represión más violenta ha sido contra las poblaciones andinas y campesinas que han venido a Lima. De las más de 50 personas asesinadas por el Estado, la gran mayoría de regiones fuera de Lima, 48 fueron asesinadas en diferentes partes de la sierra y dos en Lima. Y los dos muertos de Lima vinieron a Lima de otros lugares. Estas movilizaciones crearon unas tremendas redes de solidaridad en Lima. Poblaciones que nunca han sido politizadas, se empezaron a politizar y a unirse a las manifestaciones. Por ejemplo, los comerciantes de Gamarra13 se identificaban los que protestaban porque eran como sus padres, madres, y abuelos que provenían de las comunidades campesinas, y ahora estos mismos sectores venían a protestar porque están matando a la gente. La represión creó una cadena de solidaridad importante.

La gente de Lima empezó a salir y la razón por la que ya la gente no sale es porque te matan. Los policías están dispuestos a matar, te apresan y te empapelan, o te meten las armas que no deben ser usadas para repeler manifestaciones, no son legales pare estos fines. Dina Boluarte se va a ir a la cárcel tarde o temprano con el primer ministro Alberto Otárola porque ellos están ordenando matar gente. Amnistía Internacional, las Naciones Unidas, el New York Times, los organismos interamericanos de Derechos Humanos, incluso el Departamento de Estado de Estados Unidos han hecho llamados de atención que esto no puede quedar impune y el Estado peruano no ha respondido. Están encubriéndose porque saben que la justicia en el Perú no llega y si llega, llega tarde y ellos probablemente puedan seguir libres. Pero lo que han hecho es criminal. Ha logrado generar el miedo, pero no totalmente. Yo pienso que la gente va a volver a salir, sobre todo la gente de las provincias donde tienen más muertos, y en Puno no ha parado la protesta. En Puno siguen organizados y están organizando más marchas. La sociedad se está organizando de otra manera. Por ejemplo, se han formado asociaciones de víctimas en todos los lugares donde ha habido las masacres y ahorita mismo están siendo muy activas para presionar al Poder Judicial a que no paren las investigaciones.

Figura 11: Un manifestante recoge una bomba lacrimógena y la lanza durante los enfrentamientos en el Centro de Lima. Foto: Aldair Mejía

Figura 11: Un manifestante recoge una bomba lacrimógena y la lanza durante los enfrentamientos en el Centro de Lima. Foto: Aldair Mejía

– Nelson Pereyra Chávez: A ver, permítame brevemente responder. Las protestas en Puno, Cusco y Ayacucho son distintas entre sí, ya que poseen dinámicas diferentes y variados tipos de solidaridad. La sociedad ayacuchana enfrenta una fuerte fragmentación de su tejido social y ello atenúa la manifestación que estalló en diciembre. Es cierto que ha ocurrido una feroz represión y hasta una criminalización de la protesta para evitar que la gente se manifieste; pero, a ello se agrega la fragmentación del tejido social que termina atomizando y desarticulando la manifestación colectiva, peor aún sin los liderazgos son múltiples. Por ejemplo, la protesta de los artistas con la alfombra en Semana Santa no generó la solidaridad de los otros grupos sociales. A ello me refiero con desarticulación del tejido social.

Asimismo, la memoria de la represión de las fuerzas del orden durante el conflicto armado interno ha contribuido en apaciguar la protesta en Ayacucho. ¿Puede ella revivir? Sí. Por ejemplo, se rumoreaba que después de la Semana Santa la gente saldría nuevamente a protestar. Como mencioné anteriormente, en el Perú la política es impredecible; las manifestaciones pueden revivir en el corto plazo como pueden apaciguarse por un tiempo indefinido. Pueden resurgir en tanto son expresión de la crisis del Estado-nación y de la emergencia de las regiones en un contexto de globalización y conflictos políticos; pero también pueden ser más tenues. Reitero, Ayacucho, Cusco y Puno tienen dinámicas completamente distintas y habría que hacer una lectura mucho más detallada al respecto.

1 Amnistía Internacional. Perú: La represión letal del Estado es una muestra más del desprecio hacia la población Indígena y campesina, 16-02-2023. Recuperado de https://www.amnesty.org/es/latest/news/2023/02/peru-lethal-state-repression/
2 https://www.instagram.com/aldairmejia_photo/
3 Agencia Andina, ¿Qué es la Generación del Bicentenario de la que tanto se habla en Perú?. En Andina.pe. 21-11-2021. Recuperado de https://andina.pe/agencia/noticia-que-es-generacion-del-bicentenario-de-que-tanto-se-habla-peru-822208.aspx
4 Fernando, Vásquez Villalba, De las batallas por la memoria a la marca del conflicto: “terruqueo”, estigmatización y violencia en el Perú reciente. Recuperado de https://www.redalyc.org/journal/4964/496470836005/movil/
5 Brent McDonald, Ainara Tiefenthäler, La policía y el ejército de Perú usaron fuerza excesiva contra manifestantes
The New York Times. Recuperado de https://www.nytimes.com/es/2023/03/16/espanol/peru-policia-ejercito-protestas-armas.html
6 http://jimenez.website/vida
7 Ursula Delgado, En el día del artesano conoce la vida y obra de la ceramista ayacuchana Rosalía Tineo Torres. En RPP.pe, 21-03-2022 https://rpp.pe/columnistas/ursuladelgado/en-el-dia-del-artesano-conoce-la-vida-y-obra-de-la-ceramista-ayacuchana-rosalia-tineo-torres-noticia-1393788
8 Patricia del Río, Flores Del Mal. En El Comercio, 09-04-2023. Recuperado de https://elcomercio.pe/opinion/columnistas/ayacucho-arte-flores-del-mal-por-patricia-del-rio-noticia/
9 Yerel, Vásquez, Quechua y Política. En Instituto de Estudios Peruanos (IEP), 06-09-2021. Recuperado de https://iep.org.pe/noticias/critica-y-debates-quechua-y-politica/
10 Santiago Jacha Marka, Santiago Jacha Marka: Danzas, Cosmovisión, Festividades y Acción Política en el Espacio Urbano, (Santiago: Editorial Quimantú, 2011), 44.
11 Hernán Ibarra, Gamonalismo y Dominación en los Andes, (Quito: Íconos. Revista de Ciencias Sociales, 2002).
12 Maria Elena Castillo, Acomarcca: 37 años después, las víctimas de la masacre descansan en paz. En La República, 22-05-2022. Recuperado de https://larepublica.pe/politica/2022/05/21/ayacucho-accomarca-37-anos-despues-las-victimas-de-la-masacre-descansan-en-paz-terrorismo-sendero-luminoso
13 Un emporio comercial en Lima asociado con el “capitalismo popular”.
Alejandra Watanabe Farro
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es candidata doctoral en el Departamento de Estudios Latinoamericanos y Latinos de la Universidad de California, Santa Cruz. Tiene una licenciatura en Comunicaciones y una maestría en Medio Ambiente, Desarrollo y Políticas de la Universidad de Sussex (Reino Unido). Usando un enfoque de Economía Política Cultural Crítica, sus intereses de investigación exploran las diferentes estrategias discursivas alrededor de la crisis climática y "la transición verde" en América Latina, centrando las dinámicas de poder arraigadas en la región. Alejandra es actualmente co-coordinadora del Cluster de Investigación Extractivismo y Sociedad de UCSC.

Aldair Mejía
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es Fotoperiodista, en Lima,Perú, cuyo trabajo se centra principalmente en coberturas de prensa. Actualmente enfoca su labor en temáticas políticas, conflictos sociales, retratos, conciertos, entre otros acontecimientos en el país. Durante los últimos años Aldair ha estado trabajando como colaborador para la agencia EFE de España y Diario La República, sus fotografías han sido publicadas las agencias, como CNN en español, Agencia EFE, New York Times, Clarín, La Vanguardia, Washington Post, etc. También es miembro de la Asociación de Foto Periodistas del Perú (AFPP). Finalista en el concurso IPYS, Reconocimieno en los 35 Awards, Segundo Puesto en la categoria de Fotoperiodismo en el concurso de Entel, Ganador en el concurso de PhotoEspaña.

Cecilia Mendez
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es profesora de Historia en la Universidad de California, Santa Bárbara. Historiadora peruana especializada en la historia social y política del Perú en el período nacional, recibió su Ph.D. de la Universidad Estatal de Nueva York en Stony Brook, y varios prestigiosos premios, incluido el premio del libro Howard Cline por su libro The Plebeian Republic (Duke, 2005). Su trabajo llama la atención sobre la importancia de los desarrollos políticos de finales del siglo XVIII y del siglo XIX en la formación de las concepciones modernas de nación, ciudadanía y “raza” en el Perú. Y han investigado la relación histórica entre los campesinos y los militares, y el papel de la guerra y el ejército en la construcción del Estado. Es columnista del diario peruano La República.

Carlos Molina-Vital
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se desempeña como instructor y responsable del Programa de Quechua en el Centro de Estudios Latinoamericanos y Caribeños de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign. Tiene dos maestrías en Lingüística: una de la Pontificia Universidad Católica del Perú (2005), la otra de la Universidad Rice, en Houston, Texas (2012). Actualmente está terminando su doctorado en Estudios Andinos en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Sus estudios de las lenguas quechuas incluyen variedades habladas en Ancash, Ayacucho, Apurímac y Cuzco en Perú. Desde 2018 coordina el proyecto QINTI (Iniciativa de Innovación y Enseñanza Quechua, por sus siglas en inglés). Con sus colaboradores está escribiendo actualmente Ayni
, que busca ser un manual de acceso abierto para quechua sureño y destinado a ayudar a profesores y estudiantes de quechua en los Estados Unidos y en todo el mundo a partir de las características compartidas y la diversidad de las variedades quechua mutuamente inteligibles habladas en Perú y Bolivia.

Mariela Noles Cotito
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es profesora de Ciencia Política, y Discriminación y Políticas Públicas en la Universidad del Pacífico. Es abogada por la PUCP; máster en Derecho por la University of Pennsylvania; máster en Estudios Latinoamericanos y máster en Ciencia Política, con una concentración en Etnicidad en Países Andinos, por la University of South Florida. Su portafolio de investigación incluye temas de derechos humanos, igualdad de género y no discriminación, así como el análisis de políticas públicas de inclusión en el país. Ha sido parte de equipos técnicos en el Ministerio de la Mujer, el Ministerio de Cultura y la Gerencia de la Mujer de la Municipalidad Metropolitana de Lima.

Nelson Pereyra
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es historiador, egresado de la Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga, con estudios de maestría en la Pontificia Universidad Católica del Perú y en la Universidad Pablo de Olavide en España. Además, es doctor en Historia con Mención de Estudios Andinos. Sus ejes de investigación están relacionados con la participación política de los campesinos en la formación del Estado peruano y con la historia y cultura regional. Recientemente ha publicado los libros: Historia, memoria y simbolismo de la Semana Santa de Ayacucho, Estado, memoria y sociedad contemporánea en Ayacucho, Cusco y Lima (editado junto a Claudia Rosas) y Regiones vivas y activas: nudos y fundamentos del Perú contemporáneo (en coautoría con Susana Aldana Rivera).